A la fecha, realiza investigaciones sobre la utilidad de las dosis de refuerzo de las vacunas contra covid-19.
Anthony Torres Ruesta es un biólogo piurano de 28 años que actualmente se encuentra en Singapur, donde labora como investigador postdoctoral en A*Star, una institución dedicada al estudio y desarrollo de la ciencia y tecnología. Desde que inició la pandemia del covid-19, el investigador peruano ha colaborado en diversos proyectos relacionados al estudio de la respuesta inmunológica frente al SARS-CoV-2 y las vacunas contra esta enfermedad.
Originalmente, el laboratorio para el cual trabaja el biólogo peruano Anthony Torres Ruesta se especializaba en arbovirus. Estos virus son transmitidos por mosquitos y causan enfermedades como el chikungunya y dengue.
Sin embargo, en enero de 2020, cuando apareció el primer brote de covid-19 en Singapur, el centro de investigación comenzó a estudiar principalmente la respuesta inmunológica de pacientes infectados por el SARS-CoV-2, relata Torres.
En ese sentido, la investigación consistió en buscar biomarcadores, que son anticuerpos generados por el organismo humano para luchar contra el nuevo coronavirus. Estos permitían saber si una persona pasaría por un cuadro grave de la enfermedad.
«En el área de inmunología, los biomarcadores son proteínas producidas por el sistema inmune que ayudan a predecir el estado de severidad de una enfermedad. En ese momento, lo que queríamos saber era si mayores cantidades de diversas proteínas en la sangre de un paciente infectado podrían llegar a predecir si esta persona desarrollaría un cuadro severo de la enfermedad», explica.
El equipo a cargo de esta investigación trabajó con biomarcadores serológicos, es decir, anticuerpos generados contra ciertas proteínas (partes del virus) a fin de conocer si el paciente desarrollaría síntomas graves del covid-19.
Así, el primer año de la pandemia en el A*Star (Agencia para la ciencia, tecnología e investigación, por sus siglas en inglés), Torres estuvo dedicado al estudio de estos biomarcadores. Luego, cuando en el país asiático inició la campaña de vacunación contra covid-19, el enfoque de las investigaciones cambió al estudio de los marcadores que sirven para predecir la efectividad de la vacuna Pfizer en poblaciones asiáticas.
«Nunca se espera que las vacunas y medicamentos funcionen de la misma manera o que tenga la misma eficacia en diferentes poblaciones porque, a pesar de que somos de una misma especie, tenemos diferente background genético que puede influenciar en la receptividad de cualquier fármaco, terapia o vacuna», afirma.
Para ello, a las personas vacunadas fueron monitoreadas cada dos o cuatro meses para saber cuáles eran los niveles de anticuerpos, cuánto duraban, qué partes de los anticuerpos se formaban contra qué partes del virus y si estas eran capaces de neutralizarlo.
También se hicieron estudios por grupos etarios para saber si las vacunas funcionaban mejor en personas mayores o menores de 60 años, revela Torres.
“La ciencia es un área que no se debe descuidar… La moraleja de todo esto es que tanto países desarrollados como países en vías de desarrollo no deben descuidar la investigación en ciencia y tecnología. El trabajo que hacemos de una manera u otra puede salvar vidas», concluye.
Fuente: Andina