Vivimos un suicidio económico disfrazado de ‘insurgencia popular’

Luego de varias semanas de intensas protestas a nivel nacional, aparecen las primeras señales de agotamiento en el sur del país, quedando como principal foco activo de violencia la región de Puno y en menor medida Cusco.

Los testimonios de ciudadanos puneños que nos llegan son contundentes: “Ya se cansaron, tienen miedo, están amenazados y no están de acuerdo con los grupos violentos”.

Tras 35 arduos días de haberse iniciado las protestas, la crisis económica está tocando sus puertas. Al respecto, la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) comunicó que hasta la fecha el perjuicio económico en la producción nacional asciende a los S/3,200 millones.

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Puntualmente, cinco regiones en el sur del país, tales como Apurímac, Arequipa, Cusco, Madre de Dios y Puno, enfrentan pérdidas diarias por S/549 millones, según lo reportado por la Cámara de Comercio y diferentes gremios empresariales.

En el caso del sector turismo la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) calcula que la caída en los ingresos se eleva a S/1,700 millones. Estos datos responden al cierre de aeropuertos en el sur, la inoperancia de trenes en el corredor turístico en Cusco y el bloqueo de autopistas y carreteras en todo el Perú, situación que ha impedido el desplazamiento de turistas nacionales e internacionales en un año que ya venía siendo malo respecto a los niveles de 2019.

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