Hace un año estalló el conflicto social tras el golpe de estado dejando fuertes pérdidas económicas.
El pasado 7 de diciembre del 2022 iniciaron una serie de protestas que paralizaron al país hasta los primeros meses del 2023, generando no solo pérdidas humanas sino también un grave golpe a la economía.
Según el Ministerio de Economía, los conflictos sociales generaron una pérdida de 4 mil millones de soles pues el cierre de carreteras y la incertidumbre impidió el desarrollo regular de diversas actividades.
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El economista del Instituto Peruano de Economía (IPE), Fernando González, precisa que este episodio agravó la desaceleración de la economía que ya se venía experimentando a lo largo del 2022.
«Nos llevó a un crecimiento de sólo 0.8% en diciembre del año pasado. con ello la economía apenas creció 2.7% en el 2022, por primera vez desde el 2001, sin contar la pandemia, tuvimos un resultado por debajo del promedio de América Latina. Estas protestas se extendieron a inicios de 2023 llevando la economía a terreno negativo. producto de ello la economía registró una caída de casi 1% durante los primeros meses del año», comenta Gonzales.
El economista del IPE recuerda que este retroceso se reflejó en la paralización de proyectos de inversión, así como un avance casi nulo en los sectores vinculados al gasto de las familias.
La Red de Estudios para el Desarrollo (REDES) estima que el impacto de la convulsión social fue tres veces mayor al efecto económico que generaron los periodos de lluvia que conocimos como ‘Yaku’,
Por su parte, Phase Consultores estima que la caída más fuerte se concentró en el mes de enero, donde se perdieron alrededor de mil 500 millones de soles, pero ¿quiénes fueron los más afectados?
«Las actividades más golpeadas fueron el servicio, comercio, construcción, transporte, en el sur del país. Estas actividades fueron principalmente afectadas en regiones como Puno, donde las protestas escalaron mucho, Madre de Dios también por su cercanía y luego también en regiones como Ica y Arequipa», señala Juan Carlos Odar, director de Phase Consultores.
Los especialistas señalan que esta caída en la producción se reflejó en condiciones laborales más precarias, lo cual llevó a mayores niveles de informalidad y subempleo, además de la pérdida de puestos de trabajo.
«En las regiones del sur, Puno, Cusco y Huancavelica sobre todo tuvieron una reducción de dos dígitos de la población ocupada. Puno es una de las regiones que tiene la participación más alta de su población trabajando en el sector agrícola y ese sector cayó muchísimo en la primera mitad de este año. en estas regiones del sur se estima que se perdieron unos 124 mil empleos, que es una reducción de pea ocupada de 0.7%», precisa Mónica Muñoz Nájar, economista de REDES.
Como se observa, el impacto que tuvo el estallido social en la producción es uno de los factores que han llevado a la economía peruana al escenario de recesión.
Para el cierre de este 2023 las proyecciones del IPE y la consultora Macroconsult advierten que la economía caería, alcanzando unos de sus peores resultados económicos en más de 20 años.