El arte de la filigrana enfrenta una crisis por la falta de financiamiento y la migración de artesanos a otros sectores. Se busca fomentar su aprendizaje en las nuevas generaciones.
La cantidad de artesanos dedicados a la filigrana, actividad que favorece el turismo y la economía en el distrito de Catacaos, ha disminuido drásticamente en los últimos años. Víctor Yarlequé Espinoza, gerente de Yares Joyeros y reconocido artesano, advirtió que el número de especialistas pasó de 600 a 1,000 en años anteriores a una cantidad significativamente menor en la actualidad.
«Muchos dejaron el oficio por la pandemia y migraron a otros sectores como la construcción o el mototaxi. Ahora, en familias donde seis miembros se dedicaban a la filigrana, apenas queda uno», explicó.
El proceso de producción, que es mayormente artesanal, demanda un alto nivel de destreza. El precio de las piezas no solo depende de la materia prima, sino del trabajo manual, que puede tardar desde horas hasta más de un mes. Algunas creaciones alcanzan precios de hasta 15 mil soles.
«La filigrana tiene futuro porque no se puede hacer a máquina. Cada pieza es única y eso garantiza su valor», afirmó Yarlequé, quien invocó a los jóvenes a aprender este arte para mantener viva la tradición. Ferias organizadas por la municipalidad y el gobierno regional en diversos eventos permiten promover y vender estos productos, pero aún se requiere mayor apoyo para garantizar la continuidad del oficio.
