Regiones del norte reportan lentos avances en su producción ante la inacción del Estado

Sector manufacturero y agropecuario lograron grandes incrementos del 21.4% y 19.9% en Piura, pero no es suficiente para levantar toda la economía del norte.

En 2025, la economía peruana creció 3.3 %, pero ese avance solo se sintió en el centro del país. Las macrorregiones norte y sur siguen estancadas, atrapadas entre la falta de inversión, la minería ilegal y el abandono estatal, advirtió la Asociación de Contribuyentes del Perú.

Los sectores comercio y servicios han mostrado una recuperación, pero su empuje tiene un límite si no va acompañado de actividad productiva. La inversión privada ha sido clave en el despegue del centro del país. La resolución de conflictos sociales permitió que proyectos mineros y energéticos avancen, generando empleo e ingresos fiscales. En contraste, las regiones donde el Estado no allana el camino ni da señales de estabilidad siguen paralizadas. La correlación es evidente: sin condiciones para invertir, no hay desarrollo.

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PIURA LIDERA CRECIMIENTO

En el primer trimestre del 2025, la región Piura experimentó un crecimiento del 5.7% en su Producto Bruto Interno (PBI) departamental, de acuerdo a las cifras del INEI. Este crecimiento se basa principalmente en el notable rendimiento de los sectores manufacturero y agropecuario, que registraron incrementos del 21.4% y 19.9%, superando ampliamente el promedio nacional. Un avance que también se debe a la ausencia de problemas climáticos. Y que la posiciona como una de las regiones norteñas con mejor pronóstico en el país.

De hecho, Piura y Áncash también lograron buenos resultados en la pesca industrial —más del 70 % de la cuota de anchoveta, permitiendo la manufactura de la harina y aceite de pescado, según el INEI—, pero no es suficiente para levantar a todo el norte. Este dinamismo en Piura fue parcialmente atenuado por la disminución en el sector de minería e hidrocarburos (-1.8%). Ante este panorama, la región se enfrenta al reto de mantener su ritmo de expansión en un entorno de creciente incertidumbre tanto a nivel nacional como internacional.

Por su parte, San Martín y Lambayeque muestran caídas en sus cultivos; en el caso del arroz, la reducción llegó hasta el 43.9 %. Sin embargo, la situación en Cajamarca es crítica: con el cierre progresivo de Yanacocha, su mayor fuente de empleo formal e ingresos fiscales, la economía se desacelera y la informalidad avanza.

Para Cajamarca, dicha operación minera fue su principal fuente de crecimiento durante más de dos décadas. El Instituto Peruano de Economía considera que su paralización ha debilitado el tejido empresarial de la zona y ha significado una fuerte pérdida en el financiamiento de proyectos de infraestructura, salud y educación. Además, no ha logrado levantar proyectos como Conga o Michiquillay, que permanecen paralizados por falta de decisión política en solucionar los conflictos sociales.

Mientras otras regiones crecen, Cajamarca se ha estancado en una economía agrícola informal y de baja productividad. El caso demuestra que sin inversión privada sostenida, no hay desarrollo regional posible, por más recursos naturales que se tengan.

SUR: ENTRE LA MINERÍA FORMAL Y EL TURÍSTICO

Apurímac (29,5%), Tacna (5,4%) y Arequipa (4,2%) mostraron un crecimiento sólido gracias a su minería formal, según el último reporte técnico del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Pero la macrorregión se ve frenada por Moquegua (-0,9%) y Cusco (-8,1%, la mayor caída a escala nacional).

Moquegua, que al cierre del año pasado ya había registrado un descenso en electricidad, gas y agua (-50.6%), minería e hidrocarburos (-3.5%) y construcción (-11.9%), en este primer trimestre del 2025 recuperó su cifra en minería (3,2%). Sin embargo, no fue suficiente para contrarrestar la contracción general de la economía regional, provocada especialmente por la fuerte caída de la manufactura (-11,6%), de acuerdo al INEI.

Por su lado, Cusco, que antes vivía del turismo, no ha logrado recuperarse desde la pandemia. Y su actividad minera también enfrenta retrocesos: proyectos como Antapaccay y Constancia enfrentan conflictos sociales no resueltos y retrasos en la aprobación de nuevas exploraciones o ampliaciones. La inversión privada ha caído, y con ella, la oportunidad de empleo formal para miles de cusqueños.

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