Informalidad laboral limita el crecimiento de regiones clave

En el Perú, un trabajador formal produce seis veces más que uno informal, mientras la alta informalidad sigue frenando el desarrollo económico y social del país.
Según la organización Horizonte Laboral, “la productividad laboral es un indicador clave del crecimiento económico, la competitividad y el nivel de vida, […] y se calcula dividiendo el PBI entre el número de trabajadores en un año determinado”. Sin embargo, su potencial se ve frenado por la persistencia del empleo informal. En Puno, por ejemplo, el 89.3 % se desempeña en la informalidad, sin acceso a derechos básicos como seguro de salud o pensión. En Cusco, la cifra alcanza al 70 % de los trabajadores, reflejando la magnitud del problema en el sur andino.
En cuanto a productividad, regiones como Arequipa (S/42,557 por trabajador), Ica (S/43,883), Tacna (S/43,754) y Lima y Callao (S/40,521) muestran mejores indicadores, impulsado por la formalidad y la inversión privada. No obstante, Horizonte Laboral advierte que “7 de los 24 departamentos del Perú aún no han logrado recuperar los niveles de productividad previos a la pandemia”, lo que evidencia la fragilidad del mercado laboral en gran parte del país.
La entidad sostiene que la diferencia entre un trabajador formal e informal es significativa: el primero puede ser hasta seis veces más productivo, gracias a factores como capacitación, acceso a tecnología y mejores condiciones laborales. Esta brecha no solo repercute en los ingresos de las familias, sino también en la recaudación tributaria y en la capacidad del Estado para financiar servicios públicos.
Un entorno seguro, herramientas modernas y oportunidades de formación son indispensables para aumentar la productividad. Como indica el Instituto Peruano de Economía, “sin productividad laboral no hay competitividad ni mejora del nivel de vida”. Reducir la informalidad y atraer inversión que genere empleo de calidad son tareas urgentes.

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