La década del 1980 en América Latina fue calificada por la CEPAL como la «década perdida» debido a los malos resultados de la región en su conjunto. Los principales indicadores económicos de los países latinoamericanos se reflejaban en el estancamiento de la producción y el desencadenamiento de procesos de alta e hiperinflación. Así lo recordó Milton Von Hesse, director de Videnza Consultores, en una columna para El Comercio.
Ante la crisis económica en la región, los economistas y analistas internacionales concluyeron que era necesario hacer ajustes profundos en las políticas, señala Von Hesse. El Consenso de Washington, acuñado por el economista John Williamson, resumió estas medidas, que incluían equilibrar el presupuesto público, aumentar los ingresos, abrirse al comercio internacional y atraer la inversión extranjera directa.
El Perú, un país con una economía destruida e inviable en 1990, fue un alumno disciplinado en la aplicación de estas y otras medidas con buenos resultados macroeconómicos. “Se ha crecido más que nunca, se ha reducido la pobreza a más de la mitad, ha desaparecido la inflación generada por la emisión de dinero descontrolada, se ha incrementado la recaudación fiscal, y los productos peruanos inundan los mercados internacionales”, indica el economista.
Sin embargo, existen todavía algunas características de la economía peruana que la alejan del ideal del bienestar que anhelan los ciudadanos. En particular, los servicios de educación, salud y agua y saneamiento, que los financia y provee el sector público predominantemente, son muy deficientes no solo en cantidad sino en calidad, lo que nos pone a la zaga latinoamericana en estos tres sectores.
En esa línea, Von Hesse sostiene que debemos construir un nuevo consenso en políticas públicas que recoja nuestra propia experiencia de las últimas tres décadas.