Los peruanos hemos enfrentado diversos desafíos en los últimos años, entre ellos, la pandemia, un panorama externo desfavorable, retrocesos en el manejo económico, inestabilidad política y desastres naturales como el ciclón Yaku. Todo esto ha afectado la economía del país, que se ha visto golpeada, explica el economista Oswaldo Mendoza, Director Ejecutivo de la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes).
Si bien el Perú ha crecido en promedio un 3% al año entre 2016 y 2022, el crecimiento promedio anual fue de 4,7% entre 2009 y 2015. Esto significa que el país está creciendo en promedio 1,7 puntos porcentuales menos cada año. Las expectativas empresariales, muy ligadas a la inversión y la actividad económica, se han encontrado mayormente en el rango pesimista desde finales de 2019, lo que ha afectado la inversión privada. El sector minero es el más perjudicado en 2023, con una contracción esperada de la inversión del 16,7%.
“El Perú, que hasta hace algunos años era de los más ‘estudiosos del salón’ con una de las tasas de crecimiento económico anual más altas de la región, ahora es de los rezagados (este último año fuimos los penúltimos, solo por detrás de Paraguay)”, señala Molina.
Las proyecciones de crecimiento para este año han sido rebajadas, aunque el 40% del PBI sí puede ser manejado mejorando las expectativas y la inversión en el país. Frente a estas cifras económicas, existen 2 retos, de acuerdo con Molina. El primero es ser capaces de mejorar las expectativas empresariales y enrumbar, de esa manera, tanto la inversión como el crecimiento. Y atender problemas fundamentales como la disminución de la inestabilidad política, la mejora de la capacidad estatal para brindar servicios públicos de calidad en todos los niveles de gobierno y retomar la reducción de la pobreza.
“Nuestra mirada debe estar puesta tanto en el siguiente paso, como en el camino sobre el horizonte; sin que las urgencias de la coyuntura nos hagan olvidar justamente lo importante y el largo plazo”, sostiene el economista.