El mayor riesgo, más que la recesión, es que nos estanquemos en un nivel de crecimiento bajo, sostiene el economista Luis Miguel Castilla.
En medio de una inminente amenaza de recesión económica, Perú se enfrenta a un problema aún más apremiante: la falta de impulso en las inversiones y su correlato en el aumento de la pobreza. Se destaca que la inflación, particularmente en el rubro de alimentos, ha escalado a un 15%.
Según los datos más recientes del 2022, la tasa de informalidad alcanza un preocupante 75.6%, un fenómeno resultado de dos años de crecimiento económico negativo y elevados niveles de inflación. Esto se traduce en que cada vez es más costoso para los peruanos enfrentar su rutina diaria.
Uno de los aspectos centrales que el gobierno debe abordar es la falta de confianza que ha llevado al estancamiento de la inversión privada, constituyendo el 90% del total. Los obstáculos que enfrenta esta inversión son: incrementos en los costos de insumos, tasas de interés más elevadas – ejemplificado en los créditos hipotecarios –, trámites engorrosos, además de la ausencia de seguridad jurídica y previsibilidad en las normas económicas.
“Y eso lo que hace es que inyecta pesimismo y desconcierto en los que invierten en el país. Y lo que el gobierno hace a nivel de los programas con punche y otros programas de inyectar recursos públicos son positivos, pero son limitados porque no afectan al 90% de los gastos de inversión de las empresas del país”, dijo Luis Miguel Castilla, exministro de Economía.