Diversos sectores económicos están siendo afectados por los ataques a la propiedad privada y la toma de carreteras; pero el agrícola es quizás más sensible a ello debido a que los productos son perecibles. En la agroexportación es más crítico porque los grandes compradores preferirán comprar a otros países y le tomará al Perú por lo menos dos años volver a ser un proveedor confiable, no solo en la calidad sino también en el cumplimiento de los plazos.
El segundo desafío es el de los fertilizantes, cuyo alto costo y baja disponibilidad se mantendrá debido a que continúa la guerra entre Rusia y Ucrania. El Gobierno tiene que iniciar las negociaciones para la compra de fertilizantes cuanto antes. Los agricultores deben contar con ellos antes de que empiece el ciclo de cultivo, que se inicia en marzo, en los terrenos que tienen riego, y en septiembre, en los que dependen de las lluvias.
Además, el Estado debe brindar a los agricultores capacitaciones virtuales para optimizar el uso de fertilizantes. Si no se resuelve el abastecimiento de fertilizantes, no solo se afectaría a la agroexportación sino también al pequeño productor y podría provocar un problema de seguridad alimentaria. El tercer desafío son las limitaciones de agua por las sequías. Se debe impulsar la tecnificación de la mayor de cantidad de agricultores, mediante capacitación e incentivos del Gobierno, por ejemplo, con exoneraciones de impuestos en combustible o insumos.