El Estado aún no cuenta con un sistema que atraiga y retenga profesionales con las habilidades adecuadas.
7 de cada 10 peruanos están insatisfechos con la atención en salud pública; 3 de cada 5 con la educación y solo el 10 % considera buena la gestión del Estado, de acuerdo con cifras del INEI. Esto refleja la baja satisfacción ciudadana con los servicios públicos producto de la ineficiencia estructural en la gestión estatal lo cual impacta en la confianza de los ciudadanos.
La falta de un sistema meritocrático que atraiga y retenga profesionales capacitados es el principal problema. La mayoría de los trabajadores estatales carecen de una línea de carrera, estabilidad laboral y sueldos competitivos. Esto desalienta el desarrollo profesional dentro del Estado, dijo Gabriela Espinar, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes).
“En la mayoría de los sectores del Estado no se tiene la forma de ir creciendo, no hay líneas de carrera bien definidas, las remuneraciones tampoco están bien definidas entonces todavía el estado no tiene un sistema meritocrático que atraiga y retenga a los profesionales con las habilidades adecuadas”, sostuvo.
Por ello, consideró prioritario profesionalizar al Estado, modernizar los regímenes laborales y consolidar un sistema de gestión basado en el mérito. De no hacerlo, el Estado seguirá operando con estructuras precarias que perpetúan el desencanto ciudadano y frenan el desarrollo económico sostenible.
“Estas deficiencias no solo afectan la calidad del servicio, sino también la productividad y eficiencia del gasto público. Un sistema sin incentivos adecuados tiende a generar rotación frecuente, baja especialización y escasa innovación en los procesos administrativos”, dijo Espinar.
Débil meritocracia y bajos salarios limitan eficiencia del aparato estatal

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